Las marcas propias ganan participación en electrodomésticos gracias a precios competitivos, acuerdos de fabricación y cambios en el consumo.
El mercado global de línea blanca —que incluye heladeras, lavarropas, cocinas y otros electrodomésticos esenciales— está viviendo una expansión silenciosa de las marcas propias. Grandes cadenas minoristas y plataformas de comercio electrónico apuestan por desarrollar líneas exclusivas con identidad discreta y precios más bajos, captando a consumidores que priorizan funcionalidad, eficiencia y financiación por sobre el renombre de marca.
Según datos de Euromonitor, en 2024 las marcas propias ya representan entre el 12% y el 18% del volumen total de ventas de línea blanca en mercados como Europa y Estados Unidos. En Asia, donde la producción para terceros tiene una tradición consolidada, el fenómeno se acelera con alianzas estratégicas entre retailers y fábricas regionales. A esto, se suma la estandarización tecnológica: componentes modulares y plataformas de diseño compartidas facilitan lanzar productos de buena calidad bajo nuevas etiquetas.
El crecimiento de estas marcas responde también a un cambio en los hábitos de compra. La digitalización y el avance del e-commerce debilitan el poder simbólico de las marcas tradicionales: la búsqueda online privilegia especificaciones técnicas, reseñas y financiación, lo que nivela la cancha para propuestas emergentes. En países con alta inflación o economías en transición, como la Argentina o Turquía, las marcas propias de línea blanca ofrecen alternativas de acceso sin resignar prestaciones básicas.
Aunque el desafío sigue siendo la posventa —garantía, repuestos y servicio técnico—, muchas marcas privadas están resolviendo este punto mediante acuerdos con redes logísticas y técnicos independientes. La clave está en ofrecer confianza sin inflar los costos, en un segmento donde la elección se define tanto por el precio como por la disponibilidad inmediata.
El futuro de la línea blanca parece cada vez menos ligado al logotipo y más a la experiencia de compra: ágil, transparente y alineada con las necesidades reales del hogar. Y en ese terreno, las marcas propias siguen ganando terreno.